23.8.25

La historia imposible de San Jorge


En esta pequeña estampa, vemos al galante guerrero que luego llamaríamos San Jorge, salvando a la bella hija del Rey de Silca en Libia, de la fiereza del dragón que representa el mal. La bella joven, desvalida, que para eso lleva el corderito a sus pies, representa el bien, aunque sea la hija de un Rey. 

Esas cosas suceden todavía. Entonces mucho más.

El dragón que era un cabroncete jugaba a joder al Rey amenazándole con destruir su ciudad —que me lo ha dicho él mismo, que todavía vive en el infierno— pero en plan de: aquí te pillo y aquí te mato.

El monarca horrorizado ofreció al dragón todas las enormes pertenencias materiales que tenía en su castillo a cambio de la vida de su hija. 

El pueblo —que también son ganicas de joder— se indignó de aquellas palabras reales y exigió al Monarca que entregara a su hija al dragón y punto pelota, ya que ellos habían perdido a sus hijos y seres queridos durante los ataques del dragón a la población.

Y aunque el rey no quería aquella muerte horrible para su hija, comida a bocados por el bicho verde, optó por entregarla para apaciguar los deseos del pueblo, y el monarca aceptó ofrecer a la princesa, para hacer caso a la justicia de los hombres. 

Todo con tal de seguir él de Monarca Absoluto.

El Rey ante el temor de que el dragón siguiera atacando la ciudad, la bendijo y dejó afuera de las murallas a su hija para que el dragón la recogiera. Yo más bien creo que lo que pretendía el dragón era otra cosa, pero bueno, comérsela nos sirve, pues todo es leyenda. 

Si acaso el dragón se comería el cordero, y luego se tomaría una siesta con la Princesa, que los dragones también duermen.

San Jorge que en ese momento llegaba a la ciudad, se encontró con la bella joven a la que le preguntó que ocurría puesto que lloraba desconsolada. La doncella le respondió como pudo, contándole los líos de su padre Rey con el Dragón malvado. 

San Jorge le ofreció su ayuda y en ese momento, llegó el dragón enfurecido que salía del lago donde vivía. 

 —¿Me vas a joder la merienda?— dicen las leyendas que preguntó el dragón con voz ronca y muy seria

Rápidamente San Jorge montó sobre en el caballo, sacó su lanza y con mucho coraje, se le enfrentó cara a cara al animal hambriento, y una vez partida la larga defensa sacó su espada para rematar al bicho. 

Una vez que ya pudo controlar al animal se acercó a la princesa para contarse sus cositas de luchador. 

Los vecinos del pueblo que habían seguido la pelea desde las murallas salieron a ver muerto al dragón. Cargaron en carro a la bestia mitológica y todavía viva, adormecida a causa del impacto del caballero cristiano con su espada.

En realidad San Jorge lo que pretendía era que todos los vecinos se hicieran cristianos y les dijo delante de su Rey que todos tenían que elegir. O mataba definitivamente al dragón con su espada o lo dejaba vivo. 

Pero que a cambio todos se tenían que convertir al cristianismo.

Aquel Rey dijo que sí a todo, y San Jorge remató al dragón verde, pero luego se volvió atrás. Como muchos reyes de siempre. Y detuvo a Jorge antes de ser Santo.

Y eso que lo que les mandaba San Jorge al Rey y a sus súbditos era muy sencillo de cumplir: Crear una iglesia al Dios cristiano en aquella ciudad, ayudar a sus sacerdotes en sus trabajos, asistir regularmente a misa y proteger a los pobres y necesitados.

Como es lógico el Rey mandó torturar y matar a San Jorge. Lo que demuestra que al final, más fuerte que el dragón es el Rey. Para que no nos hagamos ilusiones.

En España, dicen que San Jorge vino de la mano del rey aragonés, Pedro I, que parece ser, que se le apareció durante la batalla de Alcóraz (Huesca) en el año 1096. Varios siglos después de muerto el conocido San Jorge. Para eso es santo ¿no? y los santos se pueden aparecer cuando ellos quieren.

I Exposición Nacional de Aerofilatelia se celebró en Zaragoza


La I Exposición Nacional de Aerofilatelia se celebró en Zaragoza en el año 1949, coincidiendo con las Fiestas del Pilar de aquel año y dentro de los actos de promoción de la ciudad. El evento se organizó en el recinto de la Feria Oficial y Nacional de Muestras de Zaragoza cerca del Parque Grande, que había abierto sus puertas pocos años antes, en 1941, y se consolidaba como un gran escaparate de carácter cultural, industrial y comercial. 

Con motivo de la exposición, se emitió una serie especial de viñetas conmemorativas en cuatro colores —azul, rojo, marrón y verde— que representaban la afición a la aerofilatelia, una disciplina filatélica dedicada al coleccionismo de sellos y correspondencia relacionados con la aviación y el correo aéreo. 

Estas emisiones no eran sellos postales de curso legal emitidos por Correos, sino viñetas privadas conmemorativas, utilizadas como recuerdo de la exposición y muy apreciadas hoy por los coleccionistas especializados.

La muestra tuvo gran repercusión en el ámbito filatélico español de posguerra, ya que era la primera exposición en España dedicada exclusivamente a la aerofilatelia, disciplina que había alcanzado relevancia internacional tras la Segunda Guerra Mundial gracias al auge de la aviación civil. 

Durante el evento se exhibieron colecciones privadas de gran valor, se realizaron conferencias y se organizaron actos en colaboración con las autoridades locales y la Sociedad Filatélica Aragonesa, que desempeñó un papel clave en su impulso. 

La I Exposición Nacional de Aerofilatelia de Zaragoza de 1949 marcó un precedente para posteriores celebraciones filatélicas en la ciudad, que a lo largo de la segunda mitad del siglo XX continuó acogiendo importantes certámenes, consolidando así una tradición de Zaragoza como sede filatélica de referencia en España.



Caesaraugusta, histórica, teórica e idílica


No es posible vivir en Zaragoza sin admitir y admirar que fuimos romanos o que incluso antes de que sus militares jubilados de las guerras recibieran de regalo esta zona para montar una ciudad de calma, ya estuvieron los íberos con unas pequeñas localidades en ambas orillas del Ebro (sobre la zona del Boterón y sobre Juslibol), aprovechando estas zonas ricas para la agricultura, por la unión de tres ríos caudalosos, lo que les permitía también pensar en un Puerto Fluvial.

No sabemos qué señal nos han dejado en nuestras propias identidades aquellos Íberos, los Romanos, los Árabes o los Cristianos viejos venidos de media Europa, junto a Judíos, Franceses y Vascos. Somos mezcla, y eso es, entre otras cosas, algo maravilloso pues nos permite tener una personalidad más marcada, más abierta y a la vez algo temerosa para gestionar la auto defensa de lo nuestro.

En la siguiente página hay un dibujo de una Zaragoza o Caesaraugusta teórica, idílica y rectangular aunque nunca fue tan realizada con reglas, escuadras y cartabones. Pero nos puede servir como ciudad idealizada de lo que en realidad querían que fuera nuestra ciudad, su nueva colonia. 

Dicen que en los últimos días del año 14 a.C. posiblemente el 23 de diciembre, se decidió asentar en las tierras en las que estaba la ciudad íbera de Salduie, una colonia con el nombre de Caesaraugusta, en donde los nuevo colonos fueran habitantes de pleno derecho. 

Esa nueva Colonia Caesar Augusta se la encomendó Cesar Augusto a a su general y allegado íntimo Marco Vipsanio Agripa, quien organizó la fundación de la ciudad, y en donde mandaron a vivir a soldados veteranos de las legiones IV Macedonica, VI Victrix y X Gemina, licenciados tras la dura campaña contra astures y cántabros de una década antes.

Ni era casual el lugar ni la intención, pues se buscaba el doble deseo de garantizar la defensa del territorio Noreste e Interior de aquella España de la provincia tarraconense, a la vez que fijar en él la presencia de Roma. Zaragoza contaba con el estatus de colonia inmune, que le otorgaba determinados privilegios como el derecho a acuñar moneda o la exención del pago de impuestos.

La nueva colonia o ciudad ocupó una superficie de 44 hectáreas, delimitando una superficie de más de 900 x 500 m. en torno a dos ejes axiales de comunicación: el Decumano Máximo, actuales calles Mayor y Espoz y Mina y Manifestación, Este a Oeste, y el Cardo, que coincidía aproximadamente en su trazado con la calle de Don Jaime I Norte a Sur, aunque la finalización del Decumano en el límite sur sobre el actual Coso Alto, podría encontrarse en cualquier punto desde el Teatro Principal hasta la Puerta Cinegia (posiblemente más cerca de la zona del teatro) pues el trazado actual de la citada calle Don Jaime I en su mitad sur, data de una reforma del siglo XVIII. Las líneas rectas mandaban y marcaban desarrollos.

Una bella ciudad sobre la que hemos ido creciendo todos nosotros. Volveremos más veces sobre la Zaragoza romana, sin duda, y a explicar entre otros temas en dónde podría estar el nunca encontrado todavía Anfiteatro de Caesaraugusta, que haberlo tenía que haber, y que en este dibujo teórico se ha posicionado en las “afueras” del núcleo urbano amurallado, aunque hay varias teorías no documentadas en la actualidad.