De aquella Zaragoza destrozada del año 1809 podemos ver el rastro del Ebro desbordado y atravesando todas las zonas del Actur hasta el barrio de La Jota o Vadorrey, queriéndose encontrar con el Gállego.
Hay numerosos mapas de aquella Zaragoza, planos que se hacían por motivos militares, de defensa o para mostrar en qué posiciones se encontraban los regimientos militares cuando se logró doblegar a la ciudad.
Zaragoza como ciudad grande y rodeada totalmente de agua, con numerosas acequias, parecía una ciudad ideal para poder crecer, si no hubiera sido por la destrucción de aquellos años, que tumbó los mejores edificios de la ciudad.